TINTA ROJA
Andrés Calamaro
Warner - 2006
por Pablo Cattáneo Lo confieso públicamente: nunca me banqué a Andrés Calamaro. Siempre me reflejó el estereotipo del rocker trucho, mezcla de arruinado al pedo y superado vaya a saber uno de qué. Por otra parte su obra nunca me resultó interesante. Musicalmente trivial, su eterna cadencia, repetida hasta el hartazgo, invariablemente me aburrió sobremanera, además de molestarme la onda eterno hit adolescente de sus canciones. Como para revalidar todo esto, tuve en un momento la posibilidad de conocerlo personalmente. Fue a fines de la década del ochenta, en el umbral de los noventa. El tecladista de la banda que yo integraba por aquel entonces poseía un estudio de grabación sobre la Avda. Córdoba, casi esquina Junín. El estudio se llamaba, o tal vez se llama todavía, “Cosmos”. Muy bien armado y equipado con los últimos chiches disponibles en ese momento, pujaba por ganarse un lugar en el difícil rubro de los estudios de grabación, y en este delicado trance es que desfilaban desde grupos de gaiteros hasta ignotos músicos y cantantes que grababan sus demos, algunos realmente interesantes, para tratar de desarrollar sus carreras. “Endemientras” tanto Octavio Stampalia, el ya mencionado compañero de banda, como su socio Alejandro hacían horas de vuelo en este dificilísimo arte de “grabar”. Mientras tanto nosotros aprovechábamos las horas libres del estudio, que eran bastantes, para utilizarlo como sala de ensayo y para ir grabando los temas que íbamos abrochando. Una gloria. Es en este contexto entonces que una tarde caen Andrés Calamaro y Ariel Roth para hacer unas tomas de unas cancioncitas, las cuales nunca supe si se editaron. La verdad es que eran por lo menos “flacas” como diría un amigo. Anyway. Debo decir que la primera impresión no fue mala, ya que era absolutamente cónsona con la idea que yo tenía del chabón y su música. Llegaron con esa onda “star”, desplegaron inmediatamente diferentes fetiches rocker, de los cuales sólo puedo nombrar una botella de Jack Daniel´s, y se pusieron a laburar sobre unos patterns de bata que traían programados en una máquina. La sensación de atónita aversión crecía de manera directamente proporcional conforme avanzaban en la confección de las tomas. Recuerdo todavía, después de alrededor de 18 años, parte de la letra de una de las canciones que rezaba algo así como: -Traigan las chicas, traigan el alcohol, pero, por favor, no olviden el bronceador……(¡¡¿?!!). Se imaginarán entonces la música que acompañaba tan profunda y filosa retórica. En fin. En un punto vieron en la pecera mi Rickenbaker Sixtie Special, que por aquel entonces amplificaba en un Kustom 150, y flashearon. Me lo pidieron para grabar algunas tomas y yo accedí. Más. Un par de semanas después se los alcanzé al estudio Panda, que estaba o está por Devoto si mal no recuerdo, donde prosiguieron con la grabación. A estas alturas se estarán preguntando para qué cuenta todo esto este perejil. Pues bien. Me interesaba plasmar, de alguna manera, mi postura frente a la obra de Calamaro a modo de introducción, para ahora ocuparme de Tinta Roja, el último laburo editado, creo. Y es que fue una grata sorpresa. Sobre una selección no muy arriesgada de tangos y acompañado por excelentes músicos Calamaro entrega un trabajo interesante. Con versiones bastante aflamencadas, giro que ya había realizado Martirio uno años antes con su “Flor de Piel”, los temas elegidos suenan bien, destacándose, en mi humilde opinión, “Como dos Extraños” con el acompañamiento del enorme Juanjo Domínguez, y “Nostalgias” en “clave de bolero”, muy interesante aunque liviana si se la compara, por ejemplo, con la versión de Hermeto en su tremendo “Por diferentes caminos”. . “Sur”, “El día que me quieras”, “Mano a Mano”, “Por una cabeza”, “Tinta Roja”, “Milonga del Trovador”y “Melodía de arrabal” completan la lista de temas. No suena el bandoneón en el disco ya que es reemplazado por el saxo, trompeta o harmónica. Calamaro “dice” bastante bien y los músicos que lo acompañan en esta aventura son, además del mencionado Domínguez, Niño Josele en guitarra, José Reynoso en piano, Montse Cortés cantaora flamenca (de dudosa performance en “El día que me quieras”), Jerry González vientos. Si logramos entonces apartar la nata marketinera que indefectiblemente cubre este tipo de lanzamientos para convertirlos en “productos” lo más vendibles posible, nos quedará una placa digna de ser escuchada. También nos queda la sensación de que Calamaro ha empezado a madurar y que quizás nos acostumbre a entregarnos algún trabajo serio cada tanto, aunque frases vertidas por el músico con motivo de la aparición de este disco nos planteen ciertas dudas: “Nunca dejé el rock and roll. Sospecho que es lo único que sé tocar, pero también estoy cerca de la música popular” o “No sé si es verdad, pero lo quiero decir: es el tango el que nos eligió a nosotros”. Ya lo sabremos pues, por lo pronto es lo que hay. Hasta mas ver.
1 comentario
Karina -
saludos!