Dumplings según Neo
DumplingsDirector: Fruit Chan País: China Año: 2005 Género: Drama
Reparto: Bai Ling (Mei), Miriam Yeung (Oing Li), Pauline Lau (Masajista), Tony Ka-fai Leung (Sije Li), Meme (Connie), Miki Yeung (Kate), Wong-so Fun (madre de Kate).
Los dumplings son unas preparaciones muy populares en la cocina de las islas de San Andrés y Providencia para complementar guisos y sopas. Son una suerte de capelletinis en donde se mezcla todo, se amasan bien y se hacen pequeños rollos con las manos húmedas. Luego se cortan y se ponen en las sopas ó se hierven y sirven con alguna salsa. Tomando esta receta, es el director chino, más específicamente hongkonés, Fruit Chan, quien se manda un estofado que para qué te cuento. La historia es que Oing Li, una aspirante a actriz que se topa con una tempranísima fama al participar en una telenovela para adolescentes y que luego renuncia a su incipiente carrera para casarse con un multimillonario diez años mayor que ella (primera sutil bajada de línea a las costumbres tan antiguamente arraigadas), se contacta con Mei, enterada de que ésta última posee un secreto para lograr la juventud eterna. Así es que concurre a la casa de Mei, que está en un barrio popular, tipo monoblocks, para iniciar el tratamiento que la rejuvenezca y así poder volver a captar la atención de su millonario esposo, que por ese entonces mantiene un apasionado romance con su joven masajista. Aquí es donde aparecen los dumplings. El tratamiento consiste en la ingesta regular de esta comida especialmente preparada por Mei, tan especialmente preparada que su ingrediente principal, y el que le da las cualidades rejuvenecedoras, es el relleno hecho de fetos humanos. A partir de aquí, y tomando estas líneas argumentales tan simples como escalofriantes, es que Chan nos lleva por un camino plagado de sensaciones a veces pavorosas, otras algo escatológicas, pero siempre cargadas de simbolismos y metamensajes concretísimos, aunque aparezcan como escondidos. Leía en un sitio especializado una crítica de un español (de quien no recuerdo el nombre ni vale la pena buscarlo) que la película, que él califica como de terror (de género “terror” se entiende), se repite en imágenes, que está “estirada”, que después de ver un par de veces a la protagonista comiendo los dumplings a la vez que se escucha el crujir de los huesitos de los fetos que contienen, ya está. Aburre. Pobre tipo, qué estrechez de miras!!. A lo largo de la historia y a propósito del susodicho ingrediente es que Chan nos muestra la crueldad sin fin de las sociedades modernas. Una mujer, alguien naturalmente dotada para ser madre, comiéndose los hijos abortados de otras congéneres, con la única, banal finalidad de verse más joven. La industria del aborto en su forma más cruda, la legal y la no. La ruptura más absoluta de toda solidaridad. Hugo Salas, de Página Doce, que hace un análisis interesantísimo de la película, dice en un fragmento de su crítica:” A falta de mejor palabra, cabría decir que aquello que caracteriza a Chan es el sigilo: sus películas refieren siempre una escena cuyos móviles y sentidos últimos permanecen velados, incluso para los propios protagonistas. De allí, por ejemplo, que Dumplings eluda convertirse en una fábula contra la cosmetología o la obsesión contemporánea por el cuerpo, cosa que seguramente hubiese sido en otras manos. Antes bien, es una película sobre mujeres, sobre mujeres explotándose mutua e impiadosamente en un mundo que suponen controlado por hombres, a su vez controlados por principios simétricos a los que se someten las mujeres, volviendo así erróneos los supuestos y voluntades de ambos.”. En un momento dado, Oing Li le pide a Mei algo más poderoso, que le ofrezca resultados más rápidos. Ella le dice que eso llevará tiempo pero, sorpresivamente, llega a su “consultorio” una madre con su hija de quince años, que ha sido violada por el padre y está embarazada de cinco meses. Mei (que ahí nos enteramos que anteriormente ejercía su profesión de ginecóloga y que, por obvias razones, ya no ejerce) se niega a practicar el aborto, entre otras cosas, porque la niña está de cinco meses, lo que lo hace muy riesgoso. Ante la insistencia de la madre, llevada al paroxismo arguyendo falta de dinero para pagar un aborto legal pero, sobre todo, haciendo hincapié en la condena social a la que queda expuesta una nena que va al colegio embarazada, Mei acepta. Pero no será por piedad, o por sacar del apuro a esa madre con su hija. No. El motivo es que un feto concebido en una relación incestuosa es lo que ella necesita para darle más efectividad a su fórmula rejuvenecedora, cosa que insistentemente, como ya dijimos, reclamaba Oing Li. La continuación de este rollo deberían descubrirlo ustedes mismos. Es importante tener en cuenta que, a pesar de los ríspidos caminos por los que transita la historia contada, el filme es de una belleza, una elegancia exquisita, en parte gracias a la fotografía de Chris Doyle (Con ánimo de amar). Fruit Chan desde su “Made in Hong Kong” del año 1997, producción con la que convulsionó el mundo del cine, ha cosechado varios premios y ha desarrollado una muy fructífera e interesante carrera. Es mucho más lo que hay para agregar no sólo de este director sino del cine oriental, que es un mundo en sí mismo, pero el espacio es tirano. Como le comentaba a mi vecino de página y amigo, en alguna oportunidad, una vez que uno comienza a ver cine oriental, todo el resto queda un escalón más abajo. Hasta más ver.
0 comentarios