Vincent Van Gogh
Cartas a Theo
No conozco mejor definición de la palabra Arte que ésta: «El Arte es el hombre agregado a la naturaleza»; la naturaleza, la realidad, la verdad, pero con un significado, con una concepción, con un carácter que el artista hace resaltar y a los cuales da expresión, «redime», desenreda, libera, ilumina.(...)
Aun cuando viva a menudo en la miseria tengo en mí, sin embargo, una armonía y una música calma y pura. En la casita más pobre, en el rinconcito más sórdido, veo cuadros o dibujos. Y mi espíritu va en esta dirección por un impulso irresistible.
Cada vez prescindo más de las otras cosas, y cuanto más prescindo tanto más rápida se vuelve mi mirada para ver el lado pictórico. El Arte exige un trabajo obstinado, un trabajo a pesar de todo y una observación siempre alerta y continua.
Por obstinado quiero decir un trabajo constante, pero asimismo la fidelidad a su concepción a pesar de las opiniones de uno o de otro.(...)
Y bien, éste es mi fuerte: hacer un buen hombre toscano en una sesión. Si fuera capaz, mi querido hermano, lo haría siempre así, bebería con el primero que llegara y lo pintaría, pero no a la acuarela, sino al óleo, durante una sesión, como Daumier.
Si hiciera cien como éstos, en conjunto saldrían algunos buenos. Y yo sería más francés y más yo y más bebedor. Esto me tienta mucho. No la bebida, sino la pintura de pillos. ¿O es que obrando así lo que ganara como artista lo perdería como hombre? Si yo tuviera la seguridad de esto, sería un trastornado famoso; pero ya lo ves, no tengo la suficiente ambición de esta gloria como para prender fuego a la pólvora. Prefiero esperar la generación que ha de venir, la que hará en el retrato lo que Claude Monet hace en el paisaje, el paisaje rico y atrevido a lo Guy de Maupassant.
Yo sé que no soy de esa gente, pero, ¿los Flaubert y los Balzac no han hecho a los Zola y a los Maupassant? Viva pues, no nosotros, sino la generación venidera. Tú eres bastante juez en pintura para ver y apreciar lo que yo puedo tener de originalidad, y eres igualmente bueno para ver la inutilidad de presentar lo que hago al público de ahora, porque los otros me superan en la pincelada más neta. Esto concierne más al viento y a las circunstancias que a lo que yo podría sin el mistral y sin estas circunstancias fatales de juventud evaporada, de pobreza relativa.(...)
Pues bien, mi trabajo; arriesgo mi vida y mi razón destruida a medias, pero tú no estás entre los marchands de hombres, que yo sepa; y pueden tomar partido, me parece, procediendo realmente con humanidad.
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