Blogia
el viento

poesía

Federico García Lorca

VIII Grito hacia Roma

(Desde la torre del Chrysler Building) 

A mi editor Armando Guibert. 

Manzanas levemente heridas

por finos espadines de plata,

nubes rasgadas por una mano de coral

que lleva en el dorso una almendra de fuego,

peces de arsénico como tiburones,tiburones

como gotas de llanto para cegar una multitud,

rosas que hieren

y agujas instaladas en los caños de la sangre,

mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos

caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula

que untan de aceite las lenguas militares

donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma

y escupa carbón machacado

rodeado de miles de campanillas.

Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino

ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,

ni quien abra los linos del reposo,

ni quien llore por las heridas de los elefantes.

No hay más que un millón de herreros

forjando cadenas para los niños que han de venir.

No hay más que un millón de carpinteros

que hacen ataúdes sin cruz.

No hay más que un gentío de lamentos

que se abren las ropas en espera de la bala.

El hombre que desprecia la paloma debía hablar,

debía gritar desnudo entre las columnas,

y ponerse una inyección para adquirir la lepra

y llorar un llanto tan terrible

que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.

Pero el hombre vestido de blanco

ignora el misterio de la espiga,

ignora el gemido de la parturienta,

ignora que Cristo puede dar agua todavía,

ignora que la moneda quema el beso de prodigio

y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.

Los maestros enseñan a los niños

una luz maravillosa que viene del monte;

pero lo que llega es una reunión de cloacas

donde gritan las oscuras ninfas del cólera.

Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;

pero debajo de las estatuas no hay amor,

no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.

El amor está en las carnes desgarradas por la sed,

en la choza diminuta que lucha con la inundación;

el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,

en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas

y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.

Pero a viejo de las manos traslúcidas

dirá: Amor, amor, amor,

aclamado por millones de moribundos;

dirá: amor, amor, amor,

entre el tisú estremecido de ternura;

dirá: paz, paz, paz,

entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;

dirá: amor, amor, amor,

hasta que se le pongan de plata los labios.

Mientras tanto, mientras tanto ¡ay! mientras tanto,

los negros que sacan las escupideras,

los muchachos que tiemblan balo el terror pálido de los directores,

las mujeres ahogadas en aceites minerales,

la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,

ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,

ha de gritar frente a las cúpulas,

ha de gritar loca de fuego,

ha de gritar loca de nieve,

ha de gritar con la cabeza llena de excremento,

ha de gritar como todas las noches juntas,

ha de gritar con voz tan desgarrada

hasta que las ciudades tiemblen como niñas

y rompan las prisiones del aceite y la música,

porque queremos el pan nuestro de cada día,f

lor de aliso y perenne ternura desgranada,

porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra

que da sus frutos para todos.

De Poeta en Nueva York – (1929-1930) 

Madelain por Ileana Soulier Salvatierra

Madelain  por Ileana Soulier Salvatierra Ella es como el trueno pero no puede volar.

Feliz gaviota sería,

fuerte como las olas altas del mar.

Pero es su sueño,

que parece irreversible,

el que rebota en la cancha y vuelve

pegándole de lleno en la cara.

a la salida por Rubén Vedovaldi

 

En el camino uno atraviesa a pie el cementerio

 

        y lo sorprende la medianoche más espesa en el corazón del cementerio

 

        y uno tiene que ir de la mano de la muerte más luminosa hasta la salida

 

        y a la salida ya no hay más camino. 

                                                   

Hugo Mujica

Hugo Mujica

CUATRO DE MUJICA 

 

Hasta el final

vi un perro negro muerto

en la calle,

aplastado en medio de la acera, manchado,

porque nevaba.

vi la vida, allí mismo,

y no había más que eso: la coartada

del inocente: pagarlo todo.

sentí en la nieve la vida y me vi morir

como un animal que se resiste

hasta lo último

hasta el deseo de ser rematado,

hasta el gemido final,

el que pide perdón por todo crimen ajeno:

el que perdona a dios.

Viento en el viento

Viento en el viento,

llueve sobre el mar

y ni crece ni disminuye el agua.

Desnudo se es todo rostro:

un tajo es siempre un tajo entero.

Partida a partida

I.

Sin ropa se nace,

se brota

desnudo se llega:

partida a partida.

II.

No tener adonde ir

no es que nadie nos espere,

es no tener donde regresar:

la muerte es nacer afuera.

Orillas

afuera ladra un perro

a una sombra, a su eco

o a la luna

para hacer menos cruel la distancia.

siempre es para huir que cerramos

una puerta,

es desierto la desnudez que no es promesa

la lejanía

de estar cerca sin tocarse

como bordes de la misma herida.

adentro no cabe adentro,

no son mis ojos

los que pueden mirarme a los ojos,

son siempre los labios de otro

los que me anuncian mi nombre.

foto: la espera - liliana muente

Hugo Mujica

Hugo Mujica

La vida nos sobrepasa en posibilidades

Hugo Mújica (Buenos Aires, 1942) es una de las voces más destacadas de la poesía argentina de los últimos años. Su trabajo no se centra exclusivamente en la creación, sino que la palabra ocupa el centro de sus reflexiones ensayísticas. La palabra como creación y, a la vez, como espacio de reflexión. Su poética es una renuncia explícita de sí mismo para convertirse en expresión de la vida, estableciendo una escucha íntima y constante con el mundo:


Sólo una vez cae cada lluvia

y todas sus gotas son

esa lluvia».


Es precisamente esta ofrenda gratuita, este despojamiento, lo que convierte a Hugo Mújica es un escritor inclasificable, y ojalá sea así siempre. Su andadura durante unos años como artista plástico, su permanencia durante siete años en un monasterio trapense entregado al silencio, y su entrega a la creación poética, no hacen sino enriquecer la obra de este autor complejo en su simplicidad.

—Ningún libro mío es aislado de mi obra. Siempre trato de ir desnudando los mismos temas, reduciendo las tres o cuatro preguntas de la vida a lo esencial, para tratar de atraparlas en su desnudez, no en sus revestimientos. Quizás los dos o tres temas de este libro sean la insistencia en la alteridad, como lo otro fundativo de uno mismo, como la gratuidad fundativa de todos los actos. Parte de eso es la espera, la recepción, la pasividad... Todo aquello que implica que la vida está hecha sin la incidencia de uno sobre la vida y que, lo propio sea más recibir que hacer. En todo caso, en lo que se refiere a la creatividad, hay que dejar que las cosas se digan en uno y, de esa conmoción, sea uno el que diga las cosas.
Es una obra de continuación. Mi obra, en general, es de continuación. Yo diría de obsesión, no de ruptura. En todo caso puede haber evoluciones de índole formal, pero no creo que de contenido.»


Obsesiones poéticas

—Yo no diría poéticas, digamos que son las obsesiones de mi vida. En este caso, se expresan poéticamente, como en los ensayos, ensayísticamente; o en los cuentos, de otra manera. Son, simplemente, la incógnita o el asombro de estar vivo y sostenido. Desde no haber elegido estar, ni de elegir el partir. Encontrarme en medio de la existencia que recibí y que tengo que hacer propia. Eso, por suerte, no ha dejado de sorprenderme, ni de intrigarme. Quizás tampoco trate de contestar sino, a través de la literatura, mantener abierto ese asombro


Encuentro con la Poesía.

—Siempre estuve inserto en la creatividad, mi primera carrera fue Bellas Artes. Yo diría, que empecé a escribir cuando en mi persona se dio una transformación del hablar al escuchar. Mi comienzo a escribir poesía implicó empezar a escuchar que es el lenguaje el que habla. Incluso en el sentido físico. Estuve siete años como monje trapense con voto de silencio y fue, después de años de silencio, cuando empecé a escribir. Así que, más que una teoría, fue una experiencia inclusive geográfica.


Hombre de Filosofía, hombre de pensamiento.

—Más que de Filosofía, soy un hombre de pensamiento. La diferencia está en que no me interesan las ideas sino, me interesa la experiencia que el pensamiento tiene de la vida. Más que filosofar en el sentido de armar teorías o sistemas; soy más de reflexionar desde una cierta distancia sobre lo esencial que los acontecimientos tienen.


La poesía es existencia.

—La poesía va más por el relámpago que por el trueno. Va más por la intuición que por el pensamiento, que sería el comentario de lo intuitivo. Creo que el contacto con la poesía es un contacto tan existencial, que apenas caben palabras en la separación del contacto y uno. Quizás la filosofía sea el aspecto más vertical, tratando de desglosar aquello que intuitivamente se experimenta en la poesía.

 


Estética vs. Ética.

—Creo que siempre fue así, lo que pasa que hoy tenemos tal conflicto con lo ético que surge este planteamiento. En otras épocas existía la ética como presencia, no se le pedía tanto a otros lugares para que fuesen éticos. Entonces la estética era independiente porque de la ética se ocupaban otros. Hoy la poesía es uno de los pocos lugares que han quedado fuera del mercado y de toda manipulación. Así que ahora parece que a la poesía se le pide que sea testigo de otras ausencias. Pero creo que, en general, siempre fue más estético que ético; no divorciado de la ética, pero no era su planteamiento esencial. Los planteamientos reaparecen cuando carecemos de aquello que planteamos.


Peligro: poesía de alta tensión.

—La poesía no se debe poner de moda porque pasaría a ser de consumo, y la poesía requiere, desde un ámbito físico y psíquico, de tensión y de contemplación, de disponibilidad para su lectura, que no puede ser fácil. Es para leer casi a contra pelo de dónde va la vida ahora. Es como ver un cuadro de Barnett Newman; implica pararse por lo menos veinte minutos frente al cuadro, no pasar delante de un Newman y estar leyendo, con ansia, el autor del cuadro siguiente. El arte en sí requiere una actitud que no hay. Que la pintura ha pasado a ser mercado, que el éxito de una exposición sea la cantidad de cuadros y la cantidad de gente que la frecuenta, esa es la distorsión. Si la poesía pasa a ser moda, no tendría nada que ver con ser poesía, tendría que ver con que la gente compre libros de poesía.
La poesía debe tener un público pequeño. Eso no significa que este sea mejor que la señora que cocina en su casa, o que el jardinero, o que el que trabaja veinte horas para dar de comer a sus hijos. Lo que hay que cuidar es que lo elitista no se vuelva superior a otra cosa. Pero es verdad que hay cosas que están dirigidas a poca gente... Y está bien, teniendo en cuenta que este público no es mejor que nadie.


El lenguaje poético se aprende.

—El proceso poético no se puede aprender, la técnica sí. La poesía se plasma en un lenguaje, en un vocabulario, en una gramática, y de ahí para arriba, se está manejando una instrumentalidad. Se puede enseñar a manejar los instrumentos, pero el contenido lo tiene que poner la vida del poeta y el genio, el ángel o como tenga que llamarse, se tiene o no se tiene. Sin embargo, se puede tener todo esto, pero si no aprendo el idioma, no podré escribir en checoslovaco.


»Se escribe perdiéndose en la búsqueda sin llegar a lo que se busca».
—Bastantes poemas míos juegan con esta idea. Toda llegada es reflejo, pero no es llegada. La búsqueda, la pregunta, versa sobre la idea de que la vida es desplazamiento; gracias a ello se produce el sentido. Tal como está configurado nuestro cerebro, por lo menos en Occidente, lo que llamamos concepto de identidad es coincidir con algo, cuanto más se coincide con eso, más verdad es. Para mí no hay llegada. Hay un poema mío que termina diciendo: el horizonte que no sea llegada es el don final de la vida.

La vida nos sobrepasa en posibilidades, como la geografía nos sobrepasa en desplazamiento. De búsqueda en búsqueda se va tasando la vida. La vida no tiene llegadas. Las llegadas no son más que claudicaciones que uno va haciendo.

También juego con la experiencia de la fe y la esperanza. Nosotros sólo podemos esperar lo ya conocido. Mientras que la esperanza es la apuesta porque la novedad surja, porque ni siquiera sabemos lo que esperamos. Es novedad, no proyecto.


El sentido de la vida, entonces: ¿existir?

—El problema surgirá entonces en definir qué es existir. El sentido de la vida es desplegar la vida. Lo que cada uno recibe de la vida es ser nosotros mismos. Yo me recibí a mí como don de la vida. Como si la vida quisiera ser novedad a través mío. La vida es desplegar ese don, donándolo lo más posible.


Las palabras, fin y principio.

—Son la posiblidad de comunión que tenemos con el mundo, con el otro, hasta con uno mismo. Uno no podría saberse ni pensarse si no es a través de las palabras.



Los silencios, principio y fin
.

—Las palabras nacen del silencio. Una vez dichas, vuelve a estar el silencio. Todo es flujo y reflujo. El fundamento del ser es la expresividad, del silencio a las palabras y de éstas al silencio, no una cosa u otra.


»El silencio es la medida de mi poesía».

—Cuando yo leo poesía es el único momento donde yo puedo constatar al lector frente a mí. Mido la calidad que pareciera o no pareciera tener mi poesía a través del silencio, o los no silencios de la gente. El silencio que deja mi libro al terminar, parece que lo logro. Es como cuando termina un concierto y la gente tarda en aplaudir porque no se atreve a romper con esa magia que ha ocurrido. Ese instante es el aval de todo lo que ha pasado. El silencio que acontece después de la poesía, avala la calidad de ese poeta.


La verdad es fragmento.

—Todo es fragmento. Después de la muerte, quizás el único cambio de los griegos hasta ahora es que la realidad es fragmento. La continuidad es simplemente un armazón lógico para movilizarnos, y para poder de alguna forma abarcarnos. Pero cuando se testimonia la verdad, independiente de las necesidades, es fragmento, y la poesía tiene que expresar un fragmento. No hay totalidad, pero no es que sea carencia de totalidad, sino es como el relámpago, que es total en sí mismo. Como digo en un poema de este libro: «un tajo es siempre un tajo entero». El fragmento es expresión de una verdad, no es pedazo de otra cosa.

DE: Clepsidra

Gabriela Piccini

Poema

Murió mientras dormía.

La mató una estrella.

Marosa Di Giorgio

El oído se obstina en su tarea

y sabe el pulso menguante del aire

el viento se abandona a los pájaros

se pierde

la tarde

donde algunos árboles suceden

Ahora los grillos levantan oscuridad en los rincones

y la niebla se adelanta

Ni un solo gesto en la hojarasca

No hay rumor entre las constelaciones

La luna se abstiene

¿Acaso saben que la estrella hoy es un cuchillo

que sangra el silencio?

 

Luis Issaly

Grietas

Si faltaba uno más, estaba lleno

Macedonio Fernandez

Aplastado por una multitud

de ausencias presentes

termino cuando las nubes

inventan silenciosos colores

para justificar al sol.

Los pasos débiles de mi sombra

van bebiendo humedos pastos.

Desde el viento

murmuran los árboles

temerosos.

Ausente de silencio

una golondrina

                     se va.

lo fatal

Rubén darío

Nicaragua

A René Pérez

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!…